Hola:
¿Sabes qué? Me cansé. Finalmente me cansé. Te escribo una carta porque, no sé si te has dado cuenta, no hablamos en toda la semana más que 10 minutos contados, y eso si yo voy a tu cuarto. No sé si lo haces queriendo o no, pero el hecho de que pases de mí no ha ayudado mucho a que nuestra amistad resurja de donde la dejamos el año pasado. Estoy harta de hablar contigo y luego darme cuenta de que fue un monólogo, que lo mismo podría hablar con las paredes. Para recibir hay que dar, y eso es lo que no he conseguido contigo. No sé si siempre ha sido así y es ahora cuando me doy cuenta, o que te molesta el hecho de que hable más con M que contigo. Pero ella al menos también va a hablar conmigo, al igual que Ma. No tengo más ganas de mendigar tu tiempo a la puerta de tu cuarto. D, no soy un perro que con que le des dos palmaditas y le eches de comer alguna que otra vez va a serte leal toda tu vida. Soy tu amiga, o al menos antes lo era. He luchado por defenderte, me he sentido mal por ti y por tu culpa y sin embargo no eres capaz de decirme si tienes un mal día, siempre huyes de esta casa como de la peste, si no quieres integrarte en nuestra casa adelante, pero debes saber que también estás renunciando a mi amistad. Como has estado haciendo todo este tiempo. He intentado estar ahí para cuando me necesitaras, y cuando he necesitado a alguien he descubierto que ni siquiera sabía dónde encontrarte. Y no sé si alguien te lo explicó en su momento, pero en eso reside la amistad. Yo ya me cansé de luchar por algo que no existe. ¿Seguro que sigues considerándonos amigas? De ti depende. Y la segunda oportunidad ya te la di. Que aún te tenga cariño (ligada a ti por tantos recuerdos comunes no podría ser de otra forma) no tiene nada que ver con que cada vez te tenga menos confianza. Admite que cada vez hablamos menos, y menos aún de las cosas que importan. Y el hecho de que me acaricies la cabeza como a un perrito o que cada vez que te pregunte algo me respondas de forma agresiva, te aseguro que no ayuda, en serio. Gracias por casi hacerme llorar el día de mi cumpleaños porque no eres capaz de cenar conmigo ni ese día, o acaso crees que como ya iba a estar acompañada no tenías que molestarte y podías ir sin remordimientos a casa de tus amigos, ya que ellos son más… ¿qué, D? ¿Qué son más que yo para que pases de mí de esa manera? Gracias por hacerme sentir sola. Es cierto que no fuiste sola a casa de Mo y compañía, pero a Ma no la conozco desde que tenía tres años, suponía que yo te importaba algo más. Es cierto que tuviste la molestia de ir a comprar el regalo tú misma, pero hay cosas que no se compran con dinero. Esta noche he ido a tu puerta a decirte esto en persona, pero estabas durmiendo, o hacías como que dormías.
Está bien, sé que esto es una putada. Quítale el agobio por los exámenes, que en ná y menos me va a entrar la regla, que acabo de cumplir años y que lo estoy diciendo en caliente. Encontrarás, en el fondo, lo que llevo semanas queriéndote decir, y nunca he sabido cuándo, ni cómo. A pesar de lo que pienses no quiero hacerte daño, sólo quiero que lo admitas ante ti misma, que juzgues y valores, y que pienses si vale la pena intentarlo de nuevo. Siempre te tendré cariño, y seguiré tratándote igual, al menos no a peor, decidas lo que decidas. Un beso.